jueves, 10 de septiembre de 2009

El ancho arroyo del Lazarillo de Tormes

La mentira redefinida




por Carlos Abraira

Capítulo primero: Siete célebres mentiras

1. Introducción


Todos sabemos lo que es mentir. Ninguno dejó de realizar, tempranamente, en los albores de su conciencia infantil, tan humana acción. Y también entonces aprendimos a reconocer los fallidos intentos de engañarnos.
Al principio lo hacíamos –tanto mentir como detectar la mentira- muy ingenuamente, más adelante nos fuimos perfeccionando. Algunos seguimos mintiendo con alguna frecuencia, otros pocos en pocas ocasiones, muchos en muchas y casi seguramente ninguno en ninguna. Pero todos, al ir madurando, mejoramos nuestra capacidad de detección de mentiras, y concomitantemente la calidad de las que podemos producir.
No nos es menester conocer la definición de mentir para hacerlo, sólo nos es necesaria a la hora de estudiar la mentira. Dice el DRAE que mentir es “decir o manifestar lo contrario de lo que se piensa, con la intención de engañar”, definiendo agustinianamente el concepto.
Por ahora, conformémonos con esta definición.
Comenzamos nuestro estudio sobre la mentira examinando algunos casos célebres.






2. El ancho arroyo del Lazarillo de Tormes

—Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.
(Su amo ciego a Lázaro, después de golpearlo como escarmiento inicial)






Allá por 1554, en la celebérrima novela picaresca “La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades”, su anónimo autor, escribiendo en primera persona y en forma epistolar, pone en boca de Lázaro la confesión de la sabrosa picardía que éste utilizó, cuando aun era niño, para librarse de su perverso amo ciego.
Nos servimos de la hermosa versión original para evitar alguna pérdida de frescura en la traducción al castellano moderno.

“Visto esto y las malas burlas que el ciego burlaba de mí, determiné de todo en todo dejalle, y como lo traía pensado y lo tenía en voluntad, con este postrer juego que me hizo afirmelo más. Y fue ansí, que luego otro día salimos por la villa a pedir limosna, y había llovido mucho la noche antes; y porque el día también llovía, y andaba rezando debajo de unos portales que en aquel pueblo había, donde no nos mojamos; mas como la noche se venía y el llover no cesaba, díjome el ciego:
—Lázaro, esta agua es muy porfiada, y cuanto la noche más cierra, más recia. Acojámonos a la posada con tiempo.
Para ir allá, habíamos de pasar un arroyo que con la mucha agua iba grande.

[En este instante, Lázaro urde muy rápidamente la treta con la que intentará –y logrará- liberarse. Si bien no lo dice, sabemos por su continuación que la siguiente frase es la mentira inicial de su plan]
Yo le dije:
Tío, el arroyo va muy ancho; mas si queréis, yo veo por donde travesemos más aína sin nos mojar, porque se estrecha allí mucho, y saltando pasaremos a pie enjuto.
Parecióle buen consejo y dijo:
—Discreto eres; por esto te quiero bien. Llévame a ese lugar donde el arroyo se ensangosta, que agora es invierno y sabe mal el agua, y más llevar los pies mojados.
Yo, que vi el aparejo a mi deseo,
[aquí Lázaro corrobora que su mentira ha sido creída por el ciego, y emprende la acción prevista en su plan]
saquéle debajo de los portales, y llevélo derecho de un pilar o poste de piedra que en la plaza estaba, sobre la cual y sobre otros cargaban saledizos de aquellas casas, y dijele:
[ahora Lázaro complementa su mentira]
Tío, este es el paso mas angosto que en el arroyo hay.
Como llovía recio, y el triste se mojaba, y con la priesa que llevábamos de salir del agua que encima de nos caía, y lo más principal, porque Dios le cegó aquella hora el entendimiento (fue por darme dél venganza), creyóse de mi y dijo:
[con esto, a pesar de haber caído en el engaño, el desconfiado ciego toma alguna precaución; posiblemente quiere comprobar con su aguzado oído el salto de Lázaro y su resultado]
—Ponme bien derecho, y salta tú el arroyo.
[Como la precaución de su amo no interfiere con su plan, Lázaro prosigue con él]
Yo le puse bien derecho enfrente del pilar, y doy un salto y póngome detrás del poste como quien espera tope de toro, y díjele:



[esta es la última frase de la mentira, si el plan resulta como Lázaro espera]
¡Sus! Salta todo lo que podáis, porque deis deste cabo del agua.
Aun apenas lo había acabado de decir cuando se abalanza el pobre ciego como cabrón, y de toda su fuerza arremete, tomando un paso atrás de la corrida para hacer mayor salto, y da con la cabeza en el poste, que sonó tan recio como si diera con una gran calabaza, y cayó luego para atrás, medio muerto y hendida la cabeza.



Decorado del kiosco de la plaza de Escalona (Toledo)


[La ironía que sigue, referente a un episodio anterior, descubre para el descalabrado ciego –y solo para él, de lo contrario el plan se quedaría sin coartada- la mentira de Lázaro. Sin ella el ciego hubiera demorado en comprender la situación, si es que lograba atar cabos a partir de lo que le pudieran informar los que acudieron en su ayuda, pero es la confirmación de que la intención de Lázaro incluía, como segundo objetivo, la venganza]
—¿Cómo, y olistes la longaniza y no el poste? ¡Ole! ¡Ole! —le dije yo.
Y dejéle en poder de mucha gente que lo había ido a socorrer, y tomé la puerta de la villa en los pies de un trote, y antes que la noche viniese di conmigo en Torrijos. No supe más lo que Dios dél hizo, ni curé de lo saber.
[con ésto Lázaro nos indica que logró su objetivo de liberación]


Escultura en bronce del Lazarillo de Tormes con el ciego, en Salamanca, obra del escultor Agustín Casilla



Esquematicemos algunos elementos esenciales de la mentira contenida en el texto anterior:


a. Objetivo de Lázaro: escaparse del amo ciego y perverso: “determiné de todo en todo dejalle”.


b. Estrategia: debe hacerle creer al ciego que para proseguir su camino hacia un refugio tienen que atravesar un arroyo que la copiosa lluvia forma, y que lo pueden hacer sin empaparse saltando sobre su parte más angosta. Si logra que el ciego acepte esto, deberá enfrentarlo a un poste de roca que se halla en el lugar donde le indicará que está la imaginaria estrechez del arroyo, para que al saltarla, se golpee con fuerza contra el poste.
La mentira es plausible, ya que tiene apariencia de sincera y conveniente solución para la situación que ambos padecen, habida cuenta de que el amo sabe que también Lázaro se está mojando.
Lázaro también cuenta conque la premura de la determinación que debe adoptar el ciego si acepta su sugerencia -ya que llovía recio, se mojaba y tenía prisa por hallar refugio en la posada-, pudiera distraerlo y dejar de lado por un momento su habitual y astuta desconfianza (lo que efectivamente sucede).
Además, los posibles observadores de la acción –“la mucha gente” que fue a socorrer al maltrecho ciego casi de inmediato, seguramente presentida por Lázaro- aun cuando vieran el torpe salto, no tendrían motivos para sospechar el engaño, y al quedar el ciego muy golpeado y atolondrado demoraría en comprender la mentira y en persuadirlos de ella, y así Lázaro tendría tiempo suficiente para salir de la villa y hacerse humo.

c. Cómo sabemos que es mentira (la mentira):
En este caso, nos lo confiesa el propio Lázaro –o su anónimo creador, el autor de la novela, que al narrarla en primera persona es el “ojo de Dios” que conoce sus pensamientos.


3. La neumonía terminal de René Descartes


(en la próxima entrega)





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